A través de las varias columnas que he realizado para “Perriodismo” y para otros portales de noticias y de opinión, he dejado claro que Andrés Manuel López Obrador no es santo de mi devoción.
Ha logrado decepcionarme tantas veces en éste primer año de gobierno, que lo poco que le sale bien se agradece. Sin embargo, quienes me conocen, saben que no es mi estilo seguir esa típica línea de una gran parte de la oposición mexicana, que acostumbra a oponerse a todo solamente porque sí, sin argumentos ni estrategia y la gran mayoría de veces sin generar alguna propuesta para aquello que tanto y tanto critica.
Aclarado lo anterior, quiero compartir mi punto de vista sobre el programa del Gobierno Federal “Jóvenes Construyendo el Futuro”, que es uno de los programas insignia de éste gobierno.
¿Cuántas veces te ha pasado a ti, joven, que sientes una terrible presión por encontrar trabajo y con ello una fuente de ingreso económico que te permita subsistir, y que, cuando crees que por fin encontraste una buena oportunidad en internet o en el periódico, te das cuenta que los requisitos son imposibles de cumplir?
Y es que, qué coraje se siente que, te esfuerzas muchos años para concluir con tus estudios de primaria, secundaria, preparatoria, e incluso todavía decides ir más allá y estudiar una carrera profesional, y que al momento de buscar empleo, te encuentres con esto: “Se solicita joven de 25 años, trabajador, entusiasta, dinámico, proactivo, licenciado en (coloque aquí la carrera de su preferencia), con 15 años de experiencia comprobables, que pueda trabajar horas extras y sábados y domingos. Se ofrece sueldo base de $1,000.00 quincenales)”.
¿Verdad que sí les ha pasado? A mí me pasó muchísimas veces, y es frustrante, por la presión de la familia, la necesidad de tener un ingreso para cubrir gastos personales, médicos, de recreación, etcétera.
Según datos de la OCDE, en México existen 662 mil jóvenes desempleados, lo que representa un aumento del 6.7% al 7.5% del total de jóvenes económicamente activos, lo que quiere decir que, a la fecha de dicho estudio (finales de 2018), se agregaron al desempleo juvenil en México unos 62 mil 697 jóvenes.
Aunado a lo anterior, hay que considerar también los altos índices de pobreza, el nulo crecimiento económico, los pocos apoyos gubernamentales para el auto empleo y la creación de PyMES, así como la imposibilidad de los empresarios o patrones de otorgar salarios dignos a sus trabajadores, han generado que el desempleo juvenil cada vez vaya siendo mayor.
Es por todo esto que la apuesta de Gobierno Federal respecto al programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, me parece bastante interesante, pues contrariamente a lo que habitualmente se vocifera desde una parte de la oposición, no se trata de una beca que regale dinero a jóvenes que ni trabajan ni estudian, sino que fomenta la integración de jóvenes desempleados a la vida laboral, coadyuvando a lograr el tan añorado primer empleo.
Con esto quiero decir que no se les está regalando nada, se les está otorgando un estímulo económico y un seguro social para que a cambio aporten sus conocimientos y técnicas a una empresa, un pequeño comercio, una organización de la sociedad civil o incluso a instituciones de gobierno, logrando también obtener una constancia que les acredita con la experiencia de un año para que al finalizar su proceso de aprendizaje, les sea más sencillo cubrir requisitos al buscar un empleo formal.
El beneficio no solamente es para los jóvenes aprendices, sino también para sus tutores que tendrán posibilidad de acrecentar su producción o mejorar sus servicios, para sus familias que tendrán un ingreso económico adicional durante un año, e inclusive, el hecho de que los jóvenes tengan dinero en la bolsa para comprar, coadyuva a que éste se encuentre circulando y la economía se mueva como debe ser.
Hay quienes dicen que ser joven es la etapa más bella de la vida de un ser humano, y es algo que no puedo refutar, empero no debemos perder de vista que también es una de las etapas más complicadas y decisivas de la vida misma, y que definirá en gran parte el camino que habremos de recorrer.
Hoy en día muchos jóvenes han sido orillados a delinquir por falta de oportunidades y porque la sociedad poco a poco nos ha hecho pensar que si no se nos otorgan oportunidades es porque no tenemos valor y porque no somos necesarios, cuando la realidad es todo lo contrario.
Algunas investigaciones realizadas por medios informativos han descubierto irregularidades en el programa, actos de corrupción para que el dinero que debería llegar a jóvenes aprendices sea desviado para otros objetivos, no obstante, debemos aprender a ponerle nombre y apellido a dichos actos, y no satanizar un programa que me parece es un gran incentivo para los jóvenes desempleados.
De lo contrario, estaríamos cayendo en el mismo juego que el propio presidente de la República engañosamente inició contra el programa de estancias infantiles iniciado en el sexenio de Felipe Calderón, que fue tan exitoso que se mantuvo un sexenio más y que al final, López Obrador de un momento para otro lo eliminó argumentando principalmente la existencia de corrupción, pero sin demostrar las pruebas claras de ello.
Con esta decisión, AMLO perjudicó a millones de niñas y niños mexicanos, así como a sus madres que fueron despojadas de ese derecho sin que hasta la fecha exista un responsable de corrupción en la cárcel por ese motivo.
Escribo esta columna porque creo firmemente que el país necesita demócratas, que estén dispuestos a despojarse de lo políticamente correcto para promover los programas y acciones que verdaderamente favorezcan a México. No podría darle la espalda a las y los jóvenes de México en una situación que incluso yo he padecido.
Nuestro objetivo no es que le vaya mal a AMLO, sino que le vaya bien a México.