El espectáculo que nos muestra el mundo hoy es tan inédito como lo ha sido siempre, la historia del tiempo está comprimida en este momento. Todo lo que sucede ahora emana del mar de las posibilidades, de las leyes universales que lo gobiernan todo y que hasta donde sabemos siempre han existido, considerando las posibilidades como razonamientos enteramente abstractos que se van derrumbando unos a otros hasta formar la materia típicamente llamada inorgánica, la cual luego de eones constituirá lo que solemos llamar vida. Dichas leyes nos son conocidas gracias a una serie de corrientes filosóficos, sistemas religiosos y por supuesto al método científico.
Estos procesos iniciaron en el mismo instante de la gran explosión, agrupándose en razonamientos más o menos probables, siendo los más probables los que logran materializarse. Entre las leyes universales hay múltiples razonamientos, algunos de naturaleza paradójica como la creación y la destrucción, ambos necesarios y complementarios, ya que si anulamos el proceso creativo no habría nada que destruir y si anulamos el proceso destructivo dejando al proceso creador sin frenos entonces todo en algún punto ya estaría creado y este proceso terminaría. Así, desde siempre se han creado y destruido materiales hasta constituir el mundo como lo conocemos, incluido el humano. De esta forma, todas las cosas guardan en su esencia estos dos procesos, sujetas evidentemente a otras tantos fenómenos más grandes o más pequeñas que guardan dentro de sí los mismos procesos en diferente grado y proporción.
Otra forma en que se expresan las leyes universales en la cotidianidad es en la formación del universo y sus partes en sistemas. De átomos a galaxias, pasando por elementos químicos, moléculas, células, órganos, animales, sociedades, ecosistemas, en fin, todo parece estar organizado en forma sistémica, de lo más pequeño a lo más grande. La sociedad humana es un buen ejemplo esto, está agrupada de tal forma que debemos interactuar unos con otros en aras de la supervivencia de la especie. Tenemos grupos que se encargan de cosechar, otros que se dedican a la ganadería, una clase obrera que ejecuta los grandes proyectos tecnológicos, tenemos científicos a la vanguardia de nuevos conocimientos, maestros que enseñan y alumnos que aprenden, políticos que administran, ladrones que roban, matones que matan. Todos cooperamos sabiendo o no al engranaje de la sociedad en sistema.
Aquí quiero abrir un paréntesis, que hilaré hacía el final, para señalar la organización en sistemas en las múltiples disciplinas de conocimiento que hemos creado, siendo su punto inicial la filosofía, desembocando en ciencia, religión, arte, matemáticas, derecho y política, añadiendo las que falten y todas sus posibles combinaciones. A propósito, un error fundamental en la comprensión del mundo es observar sólo desde una postura, lo cual derrumba todas las demás formas de entendimiento, las cuales de hecho también son acertadas, ocasionando el encasillamiento mental y un gran sesgo epistémico ¿Qué nos hace pensar que la labor del científico no es también una acción política y espiritual, o que está influenciada de alguna manera por estos agentes? La realidad es mucho más compleja de lo que podemos llegar a imaginar, puesto que somos seres filosóficos, físicos, químicos, biológicos, fisiológicos, psíquicos, religiosos, históricos, artísticos, sociales, políticos y un sinfín de etcéteras. No obstante, todo el conocimiento alcanzado hasta la actualidad tiene que ver más con lo que el humano es que con la realidad en sí como creemos, aunque también hay que reconocer que la era de la información está dando grandes pasos a la objetividad. Cierro paréntesis.
Además de las dos anteriores, otra de las características esenciales del universo aplicables a todas las cosas es la de la particularidad y la generalidad. Hay cosas individuales que pertenecen a un orden mayor, por ejemplo, los planetas están tan bien definidos que no podemos confundir a marte y a venus como un mismo planeta, pero sí podemos decir que estos dos planetas pertenecen al sistema solar junto a otros astros. De la misma forma no podríamos afirmar que dos personas son iguales aunque tengan muchísimas similitudes, debido a que tienen dentro de sí el principio de subjetividad-individualidad, desde ésta óptica todos somos seres únicos. Pero de forma general sí podemos decir que somos todos iguales debido a que pertenecemos a la misma especie.
¿Qué tienen que ver estas leyes con lo que sucede actualmente? Observemos cómo procesos destructivos y creativos se echan a andar en los sistemas particulares y generales. El calentamiento global como producto de la actividad humana desmesurada ha traído destrucción de los ecosistemas y extinción de especies; la pandemia del coronavirus ha venido a destruir vidas humanas y, de cierta forma, varios otros sistemas como la economía, la educación, las artes, los deportes; la tecnología es usada para atacar gobiernos e influir en las decisiones de las masas, violencia mental como forma de destrucción. Exactamente de la misma manera, el calentamiento global, el coronavirus y la tecnología han traído procesos creativos en tanto que se buscan alternativas a estos problemas. Por lo que hay que saber muy bien qué hacemos con lo que tenemos, hay que saber qué destruir y qué no destruir, así como hay que saber crear donde hace falta.
Pero el mayor problema que enfrenta la humanidad es de carácter epistémico, el cual deriva de la inconsciencia del orden de las leyes universales en la sociedad, y no sólo me refiero a las referidas arriba, también hablo de las siguientes tríadas: subjetividad, individualidad y relatividad por un lado, y objetividad, colectividad y generalidad por otro. Es un problema de perspectiva proveniente de la manera en que se enseñan las distintas ciencias y disciplinas, pues hemos aprehendido que debemos situarnos de un lado de balanza, cuando en realidad todo es verdad, al menos a nivel mental, en tanto que esto a su vez tiene un efecto en mis acciones. Y es que no sólo somos seres individuales y subjetivos desde donde podemos percibir el mundo de una manera única gritando a todos los vientos nuestra verdad e ignorando el resto de las verdades, sino que también es igual de cierto que todos somos parte de un solo ser. Existe mi verdad subjetiva y existe una verdad objetiva que lo engloba todo. Esto dependerá del tipo de observador desde el cual estemos apreciando tal o cual fenómeno.
Este problema no será fácil de superar puesto que requiere de una batalla que encarna todas, una batalla tanto personal como colectiva, estrechamente ligada a la educación y la cultura. Es la clásica batalla por saber quiénes somos, de dónde venimos, dónde estamos y a dónde nos dirigimos, como individuos y como especie. Ya vivimos las leyes universales, de otra forma no estaríamos aquí, pero no las vivimos de manera consciente, lo cual marca una radical diferencia a la hora de tomar decisiones personales, políticas y ambientales. Si como especie no damos el paso a la conciencia el futuro que nos depara no será nada prometedor, nos habremos apuñalado a nosotros mismos al agotar todos los recursos y al haber presionado el botón de la extinción masiva.
Así, tenemos que, pese a que esto no es siquiera una introducción, la manera en que el universo tiende sus ecos desde sus orígenes y desde las profundidades de cada cosa o ser encierra la historia del universo, una forma distinta de contar la misma historia, dependerá del observador saberla leer.