Me hubiera gustado encontrar datos duros y certeros para hablar de la cantidad incontable de personas desaparecidas en nuestro país, pero sobre todo de las personas desaparecidas en Colima.
No obstante, se tiene registro de que dentro del periodo de marzo de 1964 al año 2018 existen 1,243 personas que desaparecieron en Colima, de acuerdo a los datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, ubicando a Colima como el segundo lugar nacional en desapariciones.
¿Qué está pasando de trasfondo para el alta de personas desaparecidas? ¿A dónde van? ¿Qué refleja a la sociedad este problema de inseguridad?
La delincuencia organizada, la trata de personas y desaparición forzada son las principales causas de que existan personas desaparecidas, desde niños hasta personas mayores, porque las desapariciones no reconocen edades o circunstancias, pero ante las posibilidades de obtener justicia y el derecho a la verdad que tienen los familiares de las víctimas no son iguales.
Retomo la canción de Rubén Blades que frasea “que alguien me diga si ha visto a mi hijo, es estudiante de pre medicina, se llama Agustín, es un buen muchacho…Clara Quiñones se llama mi madre, es un alma de dios, no se mete con nadie…”.
Las desapariciones parece que no hacen distinción ni en edad, género, profesión o estatus económico, al parecer no siguen un patrón y esto hace aún más complejo abordar el problema por parte de las autoridades que han sido incompetentes en proponer y ejercer políticas de prevención, políticas de seguridad pública, acciones para proteger a las familias de las víctimas y que la procuración de justicia cumpla con su objeto real, dar justicia.
Es un saldo que parece no importarle a quienes les debe importar, existe una carencia de empatía por los servidores públicos que tienen la competencia de generar acciones para esta problemática que es REAL y EXISTE, y seguirá creciendo si no se atiende a la raíz.
“¿A dónde van los desaparecidos?, Busca en el agua y en los matorrales, ¿Y por qué es que se desaparecen?, Porque no todos somos iguales”
Los colectivos sociales para la búsqueda de personas desaparecidas tienen que hacer el trabajo de los servidores públicos, y esto es algo que de manera estructural e institucional resulta incongruente, pues no genera la realización de un estado de derecho, ya que son las propias familias las que deben garantizarse a sí mismas los derechos humanos, tanto de ellas como de las personas que ya no están físicamente.
“¿Y cuándo vuelve el desaparecido?, Cada vez que los trae el pensamiento, ¿Cómo se le habla al desaparecido?, Con la emoción apretando por dentro.”
A las personas desaparecidas no se les tiene que olvidar, tal y como lo han hecho las autoridades, resulta urgente que se establezcan las líneas de investigación en las que las familias y colectivos sean parte, para que el trabajo de búsqueda sea conjunto y con ello tener avances en las investigaciones, y con ello garantizar la justicia y el derecho a la verdad.