Para que la guerra contra las mujeres se haya extendido hasta nuestros días, sin descansos históricos, los varones han necesitado dividirnos como grupo, mientras ellos continúan recibiendo privilegios sexuales, económicos y políticos. Por ello culturalmente se nos enseña a las mujeres desde niñas a ser cómplices del patriarcado, competir entre nosotras, a criticarnos, a asumir, cual dogmas, frases como “la peor enemiga de una mujer es otra mujer”, a llamarnos putas, frígidas, roba maridos. Así la guerra contra las mujeres también es encabezada, en algunas situaciones, por las mismas mujeres que se desconocen como parte del grupo oprimido.
Aunque nos gustaría pensar que en esta ola del feminismo todas somos compañeras contra el patriarcado, sabemos que no todas nos manifestamos en la misma lucha por ser mujeres, ni tenemos las mismas herramientas para zafarnos de la opresión, ni los mismos medios para acceder a los conocimientos que nos han sido negados. Sabemos que hay mujeres que se mantienen luchando contra Eva que desobedece, que desea, que acepta su deseo, que quiere gobernarse a sí misma.
Se señala a Eva como culpable por su necesidad de emancipación y libertad y señalamos a mujeres y niñas antes que al varón, a quien incluso justificamos con sus mismos discursos, sus textos, sus religiones, sus teorías científicas, replicando desde diferentes aristas: el odio hacia las mujeres.
Por eso la culpa siempre es de Eva, de cualquier Eva que no tenga como prioridad satisfacer los deseos, órdenes y necesidades de un hombre, sea este su padre (Dios simbólicamente en el mito de Eva y Adán) o su novio, vínculo sexual, esposo (Adán). Si no servimos al padre-hombre-Dios-novio-esposo-patrón y nos negamos a hacer lo que él ordena y manda.
El decir que la prostitución es un trabajo digno como cualquier otro es no escuchar a las mujeres y niñas que son explotadas en los prostíbulos, es hablar desde el privilegio, desde el discurso patriarcal. Es defender a los violadores de las mujeres víctimas de trata. Dentro de la prostitución, el 82% de mujeres es víctima de trata sexual en México y más del 50% de estas mujeres son menores de edad.
¿Qué más decidimos ignorar?
- El mito de que hay mujeres que eligen ser explotadas sexualmente. Una justificación más que busca camuflajear la cultura de la violación. Los estudios han demostrado que las mujeres que “deciden y eligen” sufren depresión económica, han sido víctimas de abuso sexual, no tienen un hogar estable, tienen adicciones, enfermedades mentales y emocionales, lo cual las lleva a la situación de prostitución. El 96% de las 400 mujeres, en esta situación, entrevistadas en 2017 en México, había sido víctima de violación y estudiaron hasta sexto grado de primaria.
- Que el sistema genera un contexto en donde siempre debe haber mujeres disponibles para satisfacer a los varones sexualmente y todas las formas se justifican ante el Sistema de In-justica en México: Tanto si es abuso sexual, estupro, violaciones en el noviazgo, en el matrimonio, tanto si el hombre es sacerdote, como policía, político, jefe de recursos humanos, padre, abuelo, padrastro, adolescente, adulto, anciano; y por último, la paga del varón para violar mujeres y niñas en los prostíbulos.
- Que más de 3 millones de personas viajan por el mundo para abusar sexualmente de menores de edad en situación de trata sexual, según la Organización Internacional para las Migraciones.
- La mujer de 30 años por la que pagan para penetrarla anal o vaginalmente, para que les haga un oral, para eyacular encima de ella, en su ano, en la vagina, o en su boca, ingresó muy probablemente a los 12 años.
- Que en México más del 90% de las 800 mil personas dedicadas a la prostitución son mujeres y niñas según el INEGI, y la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina señala que al menos 500 mil mujeres y niñas son explotadas en México, de las cuales el 75% fueron ingresadas a la prostitución desde los 12 años.
- Que según el Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México, en 2019, hay 1086 niñas víctimas de la trata.
Los hombres no pagan para violentar mujeres por tener esposas frígidas, pagan por que pueden, pagan porque les llaman clientes siendo violadores, y a los proxenetas les dicen empresarios y a las violaciones pagadas: sexo, desahogo sexual, intercambio sexual-monetario.
Las mujeres no somos culpables de la violencia que ejercen los hombres contra nosotras u otras mujeres, no somos obsequios de Dios para el hombre, dadoras del placer y siervas de las necesidades del hombre; costilla. Sí somos desobediencia. Somos Eva que no le debe obediencia a nadie, a ningún padre-esposo-Dios autoritario, machista, carcelero. Somos Eva probando frutos prohibidos para las mujeres: la universidad, el conocimiento y control de nuestras cuerpas, los pactos entre mujeres, el amor propio, el amor hacia las mujeres, el cuestionar y criticar los discursos patriarcales, el expresar lo que pienso, el luchar por nuestros derechos, los de todas, y el estar furiosas por la violencia que vivimos.