Chromatica II a 911: transición y militancia

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Dos cosas nos han salvado del presente eterno lleno de ansiedad que representa el confinamiento: las luchas populares contra el racismo y la represión estatal y el nuevo disco de Lady Gaga. En este último hay dos canciones tejidas en una de las transiciones mejor logradas dentro del álbum y que ha sido motivo de euforias en el mundo del pop: Chromatica II y 911.

Chromatica II es un clip instrumental que comienza como una melodía triste de cuerdas. El llanto del violín y el chelo parece ascender gradualmente desde los infiernos y tras un golpe de instrumentos se acelera y arrastra a quien lo escucha en una vorágine de sonidos que se vuelven abrumadores. Esta carrera que parece acelerarse sin control explota en cierto momento en un beat de techno pop que luego da paso a las letras de una canción. 911 comienza entonces, convirtiendo ese huracán de cuerdas en algo asible, bailable, cantable y por lo tanto comprensible para el cuerpo y la mente.

Mientras nos quedamos en casa, los dueños del poder y el dinero han seguido con su vieja normalidad. La violencia en México ha cobrado más vidas; los megaproyectos tricolores, blanquiazules o morenos siguen ofreciendo en bandeja de plata los recursos y territorios a los magnates; el odio machista y LGBTfóbico descarga la muerte a domicilio sobre las espaldas de estos sectores de la población y la derecha más reaccionaria está aprovechando cualquier oportunidad para posicionarse como proyecto político creíble y asestar más golpes contra las clases explotadas. Es la melodía de cuerdas (¿sobre el cuello?) cuyo siniestro espiral asciende en torno nuestro. Es el vendaval que hunde al Ángel de la Historia en un torbellino absurdo que nubla la vista y se resiste a ser comprendido. Por eso, es entendible que muchos busquen un escape que les haga olvidar esta realidad aplastante. Para el mareo, no hay alivio más inmediato que un dramamine aunque solo disfrace los síntomas y no vaya a la raíz del problema.

¿Cómo conjurar lo absurdo? ¿Cuál es el beat que hace bailable y cantable esta melodía? ¿Hacia dónde transicionar? Daniel Bensaïd, filósofo y militante revolucionario, dijo que “las revoluciones tienen su propio tiempo, acompasado por aceleraciones y ralentizaciones. Tienen también su geometría propia, en la que la línea recta se rompe en las bifurcaciones y los giros bruscos de la historia. El partido aparece entonces bajo una luz nueva”. El partido entendido en su sentido revolucionario como la fuerza colectiva que actúa, con un programa propio, aprovechando toda grieta que se abre en las estructuras para transformarlas.

El beat entonces es la militancia. El compromiso profundo con cambiar el mundo de base, producto de una explosión íntima que en algún momento de la vida nos hace gritar “¡No más!”, es el código que nos permite ver las relaciones menos evidentes entre las sombras que se ciernen sobre nosotros para darnos cuenta que, aunque los monstruos no dejan de ser aterradores, tienen puntos débiles y que no solo es posible, sino que merecen ser derrotados. Al mareo entonces no se le vence desviando la mirada sino asumiendo las curvas, teniendo claro que el militante nunca está solo, pues no existe tal palabra sino en plural.

En el país vecino, las personas afro descendientes y otras comunidades racializadas le plantaron cara al Estado gringo; en varias ciudades de México la población salió a las calles denunciando la represión policial y la ineptitud de los gobiernos para resolver la crisis de seguridad que vivimos; las feministas han encontrado la manera de sortear la pandemia y seguir activas y en todo el mundo han caído estatuas de colonizadores y esclavistas. A pesar de todo lo malo, se anuncian en el horizonte canciones nuevas que pueden abrir paso a transiciones más gloriosas que la de Chromatica II a 911. Pero esto no está dado de antemano, nos urge la militancia para hacerlo posible.