Hasta ayer (17 de marzo) el balance del recorrido del Covid-19 por México es éste: 93 casos positivos, 11 más que el día lunes, otros 206 sospechosos y solamente el estado de Campeche se mantiene en saldo blanco. En Colima, esta noche nos vamos a dormir con la noticia de que ya se tenemos en nuestro territorio el primer caso confirmado.
Aunque el Gobierno Federal, a través del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha afirmado que seguimos en la fase 1 de contingencia, ya se han comenzado a aplicar medidas propias de la siguiente fase, como la suspensión de clases a partir del 20 de marzo (suspensión que locamente fue adelantada desde el día de ayer) y la cancelación de conciertos, partidos de fútbol abiertos al público y eventos artísticos dependientes de las Secretaría de Cultura. Sin embargo, la ocupación serena y la destreza comunicativa de López-Gatell contrastan con las actitudes despreocupadas del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha dado pie para que la oposición de derecha lo acuse de negligencia e incluso de asesinato por omisión ante la fallida muerte del empresario José Kuri. Prácticas carroñeras de la derecha más recalcitrante que utiliza la enfermedad para hacer politiquería.
A Colima, llegó ya el momento de la cuarentena, por lo menos para las y los trabajadores del sector educativo, de gobierno y miles de estudiantes de todos los niveles. Para el resto de las y los trabajadores no hay #QuédateEnCasa ni aplausos desde los balcones, porque para los patrones la prioridad aún en las crisis es el culto al dios Mercado, el cual necesita que le quemen incienso sin parar y merece sacrificios humanos de vez en cuando. Para las trabajadoras del hogar no remuneradas vienen días difíciles pues, además de realizar su trabajo asalariado, tendrán que ocuparse de las infancias que permanecerán en casa sin clases.
Por eso, es mentira la frase del viceministro de salud iraní cuando afirmó que “este virus es democrático y no distingue entre pobres y ricos”. No es democrático cuando quienes están más expuestos a las complicaciones y a la muerte son las personas mayores, las inmunodeprimidas, las que ya tienen patologías, las mujeres ocupadas en los trabajos de cuidado, las precarias, las que carecen de seguridad social, las migrantes y las sin techo.
Además, la minoría millonaria quiere cargar sobre el virus y las personas infectadas la responsabilidad de la crisis económica que se avecina, cuando numerosos economistas anunciaban este impasse desde hace unos años debido al desfase entre la producción material estancada y la especulación financiera en expansión. Y como a río revuelto, ganancia de pescadores, aprovechan la incertidumbre para hacer negocio: la salud al servicio de quien puede pagarla y no como derecho universal.
Las y los compañeros de Anticapitalistas, nuestra organización hermana en España, hicieron público hace unos días un Plan de Urgencia Social y Política contra el Covid-19, que debería ser aplicado también por el gobierno de México si su intención es salvar a las personas y no a los mercados:
- Mayor inversión en el sistema de salud pública para estar preparados ante el peor escenario, así como el control de la sanidad privada y las farmacéuticas para impedir el lucro con la crisis.
- Medidas de protección para las personas trabajadoras que les garanticen su salario íntegro y la prohibición del despido durante la cuarentena.
- Inversión pública a la investigación científica.
- Cooperación internacional para hacer frente a la pandemia, con estricto apego a los derechos humanos de las personas, vengan de donde vengan.
- Impuestos a las grandes fortunas para financiar el combate de la enfermedad.
Para evitar contagiarnos de los virus de las fake news, las teorías de conspiración y el racismo, que menciona Slavoj Zizek, y para hacer frente al Covid-19, no nos queda de otra que la solidaridad y la organización entre las mayorías sociales. Si el gobierno duda y los grandes empresarios nos sacrifican a favor de sus ganancias, las clases populares debemos estar unidas, organizadas e informadas para salvarnos a nosotras mismas. Una vez más, se nos va la vida en ello.