Perriodismo

La esperanza de una sociedad que avanza

 

Lo demostrado por las mujeres este 8 y 9 de marzo ha sido una de los gritos de esperanza más fuertes y ruidosos de las últimas décadas en México, su voz ha resonado tan fuerte en cada rincón del país, que todos los hombres hemos escuchado con muchísima claridad que debemos poner un alto definitivo a cualquier tipo de violencia contra la mujer. 

Este grito de miedo y desesperación me ha parecido el inicio de una profunda transformación que, desde mi perspectiva, es la más necesaria para el país: la transformación social. 

Bien decía Manuel J. Clouthier que “solo está derrotado aquel que ha dejado de luchar”, frase muy acorde a lo que hemos presenciado las últimas semanas, miles y miles de mujeres que salieron a marchar y que además detuvieron por un día un país entero, a pesar de los atroces feminicidios que se han viralizado en las últimas semanas en redes sociales y que podría intimidar hasta al ser más valiente.

Todo esto me ha llevado a hacer algunas reflexiones. ¿Cuántas veces hemos escuchado expresiones como las siguientes?; “No pasa nada, estamos en México”; o el famoso “el que no transa no avanza”; o la clásica manera de justificar todo lo que está mal en este país “todo es culpa del gobierno”.

Durante mucho tiempo los mexicanos hemos utilizado estas frases para justificar todo lo que está mal, probablemente sea el remordimiento de conciencia lo que nos ha llevado a construir conclusiones que al final del día aligeran la carga en nuestra mente de culpas que no podemos admitir, como lo son las trampas, el machismo, los fraudes, entre otras actitudes que muy a menudo suceden en el día a día de cualquier mexicano común y corriente y que decidimos únicamente achacar a ciertos sectores de la sociedad, como lo es la clase política.

¿Cuál es el primer pensamiento que nos llega a la cabeza cuando escuchamos la palabra “corrupción”? Seguramente será el fragmento de algún noticiero en el que se revela un acto indebido e inmoral de un funcionario público, algún diputado o senador, pero nunca nos imaginamos al vecino, a la vecina, al señor de la tienda, o a cualquier otra persona de a pie, dando un moche o sobornando a una autoridad para obtener un beneficio personal, agilizar un trámite o simplemente zafarse de una multa o una sanción.

Estamos acostumbrados a creernos el cuento de buenos contra malos, del pueblo bueno contra el gobierno malo y perverso, que por mucho tiempo no nos dimos cuenta que como sociedad también somos parte del problema, y no sólo eso, sino que probablemente somos parte del origen mismo de la problemática, y en vez de eso, asumimos un rol de exigencia de cambio hacia otros, bajo la premisa de que si otros cambian, seguramente el país progresa.

La culpa no es únicamente del gobierno, de los partidos políticos, ni tampoco de los diputados o senadores, la culpa es de todos, de quienes en nuestro día a día contribuimos para que México no avance, para quienes no asumimos nuestra responsabilidad con nuestras familias y con nuestro país y dejamos en las manos de otros el cambio que requerimos para vivir mejor.

Por lo pronto este 8 y 9 de marzo, el sector de la población mexicana que históricamente ha sido más discriminado, sobajado y violentado ha dado los primeros pasos para construir una verdadera transformación social del país, en el que las y los mexicanos tomemos en nuestras propias manos la construcción de nuestro destino. Y los hombres con mucha vergüenza, estamos obligados a pedir perdón y aprender a reivindicar nuestro papel en la sociedad.

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