Mucho se ha hablado en los últimos días sobre la reciente visita del presidente Andrés Manuel López Obrador al Estado de Chihuahua, y del cálido recibimiento que recibió de parte del Gobernador Javier Corral Jurado.
Se recibió al presidente como lo que es, la figura política y de gobierno más importante que tiene el país, pero también, se le recibió como miembro de una mesa de negociación que poco a poco, ha ido avanzando para destrabar importantes asuntos en beneficio de las y los chihuahuenses.
Hace un par de semanas escribía sobre los vicios que debemos olvidar en política, esas viejas y malas prácticas que han hecho que la política sea un campo minado, en el que únicamente sobreviven quienes se adaptan y aprenden a vivir con ellas. Bajo esta premisa, me parece natural que un personaje como lo es Javier Corral, reciba tantos ataques de un sector que perfectamente sabe de qué madera está hecho el gobernador, pues es un hombre que a lo largo de su carrera política ha demostrado ser congruente, capaz y con el valor y la legitimidad suficiente para alzar la voz contra lo que considera injusto. Ha trazado su vida en la oposición, con una carrera de casi 40 años, intachable, congruente y de un frontal combate a la corrupción y a la impunidad.
Quienes se han dedicado a intentar denostar la trayectoria e imagen del gobernador de Chihuahua, por el simple y sencillo hecho de haber invitado a desayunar al Presidente de México a su casa, deberán buscar motivos más grandes para desestabilizar su gobierno y para infligir un daño real a la carrera política de Corral, que muy probablemente no se detendrá en el 2021.
Me parece lamentable pero también sumamente vergonzoso, que personajes como Juan Ignacio Zavala, quien fue acusado con pruebas de haber sido aviador en el Senado de la República hace varios años atrás y quien solo puede presumir su talento para agredir en twitter, se atreva a lanzar injurias contra Javier Corral, a pesar de su negro historial. Así como él, otros tantos que saben perfectamente que Corral representa el combate firme a un régimen corrupto y antidemocrático del que ellos forman parte.
Pasarán los días y seguramente seguirán externando sus críticas injustas y sin sustento, pero, a todo esto, yo les pregunto: ¿Dónde estaban cuando Javier Corral inició la Caravana por la Dignidad del pueblo de Chihuahua? ¿Dónde estaban cuando Peña Nieto saqueó al país hasta donde pudo? ¿Por qué no levantaron la voz cuando Peña Nieto amenazó a los gobernadores de recortar presupuesto si investigaban a ex gobernadores priístas? ¿Dónde estaban cuando el gobierno de AMLO recortó el Fondo Minero a los municipios? ¿Por qué tardaron tanto en sumarse a la exigencia de Javier Corral para levantar la voz sobre el reparto inequitativo del presupuesto federal y de la propuesta para la construcción de un nuevo Pacto Fiscal?
No nos rasguemos las vestiduras, si alguien ha demostrado ser valiente en los hechos y congruente en su quehacer diario desde hace 40 años, es Javier Corral. Que una foto no confunda el objetivo primordial de la función pública; lograr el bien común, y que ningún motivo, ni siquiera el odio que muchos sienten por Andrés Manuel López Obrador “…oscurezca nuestra posición doctrinal de fondo…”, como lo decía nuestro fundador don Manuel Gómez Morín. No apartemos el objetivo de la brega de eternidad, la construcción de una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todas y todos, y que no se entiende entre odios y discusiones estériles entre nosotros.