En el 2021 se renueva la gubernatura del estado. Uno esperaría que al cierre del 2019 los contendientes estén más o menos perfilados; sobre todo, pensando en que el año siguiente se trata de la definición de candidatos. Pero no es así, pareciera que los partidos en Colima no tienen un proyecto local de donde echar mano, y mucho menos, cuadros competitivos.
Como nuestro estado es de los pocos donde el PRI nunca ha perdido la gubernatura, la contienda se concentra prácticamente en la oferta de alternancia. Históricamente el PAN ha jugado el rol de opositor competitivo. Al menos en tres ocasiones, en medio de acusaciones de fraude, este partido ha estado muy cerca de hacerse del poder ejecutivo del estado. Pero ahora las cosas son distintas: el sistema político local es fragmentado, lo que lejos de promover la cohesión, alimenta las lealtades personales.
En este contexto el PAN fue perdiendo cuadros importantes que migraron a Movimiento Ciudadano, como Leoncio Morán, hoy candidato natural a gobernador que, como en el 2015, en una competencia de tercios puede terminar favoreciendo el triunfo del PRI. Locho es buen candidato si de lo que se trata es de presentarse como oposición. Frente a eso al PAN la tiene difícil. Uno pensaría que Jorge Luis Preciado va por la revancha después de perder la contienda del 2015-2016, pero su ausencia del escenario local durante este año es intrigante. De cualquier modo, Preciado es experto en construir campañas exprés. Cualquier otro posible candidato del PAN carece de un nombre con peso, algo que parecería importante cuando este partido tiene estructuras territoriales poco consolidadas.
En este escenario de viejos nombres aparece Virgilio Mendoza, personaje un día asociado con el PRI y otro con el PAN que hoy juega con la marca del PVEM. Según los rumores, Virgilio estaría amarrando su candidatura a gobernador por una eventual alianza de su partido con la agrupación política de Andrés Manuel López Obrador, y se enfrentaría, desde fuera, a una pugna interna protagonizada por Indira Vizcaíno y Claudia Yáñez. A diferencia de la diputada federal en funciones, Indira tiene trayectoria local y es una figura ampliamente reconocida. Hoy, la ex alcaldesa de Cuauhtémoc tiene una amplia aprobación entre la gente como posible candidata, pero parece que su pragmatismo le ha valido rivalidades con las élites dentro y fuera de Morena.
En la alianza del partido más votado en las últimas elecciones, hay otro personaje considerado como posible contendiente: Joel Padilla. El líder del PT ha construido un emporio político local, siempre en alianza con el PRI, por lo que posiblemente él sí cuente con el beneplácito de las élites. También hay que tomar en cuenta a Mario Delgado, quien seguramente no tiene entre sus preferencias ser candidato a gobernador por Colima, pero puede terminar encomendado a esa tarea. Por lo pronto, el ahora coordinador de los diputados federales de Morena se construyó una asociación nacional de legisladores, donde Gabriela Benavides, del PVEM, tiene una vicepresidencia regional.
¿Será que en esta indefinición de personalidades el PRI tiene posibilidades de retener la gubernatura? Parece improbable, aunque en el mundo de la política lo único certero es la incertidumbre. Aquí aparecen nombres como el de Ximena Puente, a quien hasta hace poco se le notaban las ganas de ser candidata a gobernador, una encomienda que pudiera tomar exaltando su trayectoria de experticia en el INAI, pero manchada por su adopción como plurinominal en el repudiado partido tricolor. Entre los perfiles “jóvenes” también se menciona a Romero Coello, quien estableció una relación tensa con el actuar gobernador, y aunque tuvo un momento de estrellato al frente del INJUVE, se estrelló en el avión de la campaña de Mead como coordinador del equipo de juventud.
Si el PRI no recurre a alguna figura fresca, será más difícil que eleve sus votos por encima de lo que tiene asegurado con sus bases. Y al igual que los demás partidos, carece de esta virtud. Un año que prometía nuevos frentes de competencia política se convirtió en el reacomodo de personajes largamente conocidos. El año siguiente, la definición de las candidaturas dependerá de estrategias e intrigas personales antes que la consolidación de proyectos locales.