No olvidemos a Jessica

0
3618

Se llamaba Jessica Martínez Tejeda, y el pasado viernes murió en Tecomán al caer por una alcantarilla, cuando jugaba en la Unidad Deportiva Sur de ese municipio. Tenía sólo tres años. Su pequeño cuerpo fue encontrado a la altura de la planta de tratamiento de aguas residuales.

A cinco días de este trágico suceso que destruyó a una familia, no hay una sola renuncia, un consignado, una respuesta categórica que lleve a la justicia. Y es que la muerte de Jessica no fue la fatalidad, no fue la mala suerte o el destino; fue producto de una funesta negligencia por parte del ayuntamiento de Tecomán y de los administradores de la unidad deportiva.

En cualquier otra parte del mundo –Japón, Estados Unidos, Inglaterra, Canadá—este hecho tendría graves consecuencias: no sólo implicaría la dimisión de los responsables, sino también la cárcel. Pero en México no. Aquí nos acostumbramos a ver tanta sangre, a convivir con la tragedia, que ya la muerte de una niña de tres años –a los cuatro, cinco días—se olvida.

Para Jessica no hubo marchas, ni ruedas de prensa o recolección de firmas, menos una respuesta viral de las redes sociales condenando su caso. No la tuvo, por lo menos, en la proporción de indignación que generó un video donde se observa a una mujer ahorcando a un perro en el municipio de Cuauhtémoc.

Jessica tenía tres años cuando encontró la muerte en una alcantarilla, la misma edad que la hija de Cristobal Tapia Pineda cuando murió atropellada el 14 de febrero de este año –también en Tecomán–por una camioneta Quest, cuyo chofer se dio a la fuga. Justicia es una palabra que no conocen. Que no conocemos muchos.

Dos puntos

El asesinato de dos elementos de la policía estatal debe concientizar sobre el riesgo que entraña este trabajo y la necesidad de preparar mejor a los oficiales, tanto en términos profesionales como en su situación laboral. Y es que de acuerdo a fuentes oficiales se requieren, por lo menos, cerca de 600 policías para hacerle frente a la actual situación de inseguridad en el estado. Partir de un diagnóstico permite generar la estrategia idónea para solucionar una problemática; ésta es imperativa.