Cuentan que un Gobernador regalaba concesiones de taxi en servilletas. Cierto o no este rudimentario procedimiento, lo interesante es que el transporte público sigue siendo una de las tantas áreas de políticas públicas donde la transparencia y la rendición de cuentas simplemente no existen, y esto es importante porque estas condiciones aumentan la eficiencia de los servicios que todos en alguna ocasión utilizamos.
Cómo se planean las rutas y horarios del transporte público, sus tarifas y modalidades de servicio, son decisiones que resultan de negociaciones mayormente políticas entre autoridades y concesionarios. Lo peor de todo es que las autoridades de transporte rara vez cuentan con el perfil profesional y técnico, y los concesionarios solo cuentan monedas amparados en un monopolio que les permite hacer cualquier cosa.
Más allá de los sueños clasemedieros de los amantes de Uber, lo cierto es que el transporte público es pésimo en nuestro estado, y así como en muchos otros lugares, la competencia de empresas privadas operando en los resquicios de la ley, ha venido a ser una opción atractiva para quienes requieren servicios de transporte.
Pero en nuestro terruño de palmeras y volcanes las cosas casi siempre terminan en caricatura. Hace casi un año que Uber comenzó a causar problemas en el DF y parece que ni diputados ni funcionarios sospecharon que de alguna manera la tendencia mundial de estos servicios iba a impactar en Colima.
Para añadir ironía, la versión regional es Chofer Pro, un sistema de servicio de taxi que no reluce por ser un servicio de lujo, sino simplemente por ser la alternativa. De hecho en redes sociales Chofer Pro ha sido objeto de quejas por deficiencias en su servicio.
Ojalá los diputados puedan pensar el problema más allá de los berrinches de los taxistas por el efecto natural de una competencia a la que nunca han estado expuestos, pues no se trata de calmar los ánimos en el negocio, sino de buscar cómo orientar éste al beneficio de los usuarios: la ciudadanía.
Por el momento los diputados ya convocaron lo que prefigura como su solución demagógica preferida: un foro de consulta con taxistas y choferes privados. Los usuarios por el momento no están contemplados en el escenario de box, y seguirán sufriendo las deficiencias de un sistema de transporte obsoleto pero único.