Cuando hablamos de inseguridad, hacemos alusión a un problema que lleva hostigándo a nuestro país, desde hace varias décadas, ya sea por el narcotráfico, la delincuencia organizada, o los delitos más comunes como el robo, los fraudes o la violencia intrafamiliar.
Sin embargo, hasta hace 15 años, la inseguridad no alarmaba a nuestro estado como lo hace actualmente, incluso en 2003 “Grupo Reforma” calificaba a Colima en el primer lugar en calidad de vida, siendo irónicamente el tema de seguridad publica la variable en la que mejor calificación obtenía sobre el resto de las ciudades encuestadas.
Hoy es evidente que el desempeño de nuestras fuerzas policiales es insipiente, pero ¿Por qué?, bueno, apenas el mes pasado el hoy secretario general de gobierno Arnoldo Ochoa González, reconocía que el problema era principalmente económico, la falta de capital humano, material, de infraestructura, y la fatal de capacitación, se debía a las dificultades económicas que comenzaban a agudizarse; en pocas palabras, los costos de la delincuencia son simplemente incosteables.
Pero además, hace unos días, el mismo Arnoldo Ochoa, se contradecía al declarar que los recientes problemas de inseguridad que se han presentado en Colima no se debían a la ineficiencia del gobierno, ya que eran delitos que le compete resolver al gobierno federal, y yo me pregunto ¿Dónde quedó la bolita? Pero más me pregunto, ¿Entonces a quien responsabilizamos de que Colima esté en el segundo lugar nacional en la tasa de asesinatos?
Quizá se le olvida a Ochoa, que las instituciones gubernamentales que basan su razón de existir en salvaguardar la integridad de los ciudadanos a los que sirve, tienen la obligación de garantizar la convivencia entre los ciudadanos así como proteger el derecho básico de una vida pacifica, prácticamente fue el motivo por el que el ser humano decidió renunciar a su libertad y constituir una sociedad que estuviera regida por un Estado, precisamente para verse protegido, y es innegable que desde hace tiempo nuestro gobierno no está haciendo bien su parte.
Por supuesto, también hay que reconocer que el problema no es exclusivamente gubernamental, como lo dije, el nuestro gobierno ha sido incapaz de hacer frente a este fenómeno, pero son muy bastas y complejas las razones por las que la inseguridad nos ha cubierto con un pesado manto del que aún no nos podemos librar, ya que se requiere de una estrategia multifactorial para solucionarla, en el que forzosamente la sociedad y el aparato gubernamental se vean directamente involucrados para atacarla de raíz.
La inseguridad tiene dos aristas para ser mitigada, la prevención y el combate del delito, y aunque el gobierno ha invertido recursos en materia de prevención, la delincuencia tiene sus raíces en el cimiento más básico de toda sociedad, la familia, es ahí, donde se genera la prevención mas efectiva. Cuando analizamos de fondo los factores que intervienen para que una persona decida engrosar las cifras de delincuentes, encontramos altos factores de riesgo e insuficientes factores de protección rodeando a un infractor de la ley.
La falta de interés de los padres, posibles adicciones, antecedentes delictivos, violencia intrafamiliar, pobreza, bajo nivel educativo y principalmente la ausencia de los padres, componen los principales factores de riesgos en los que están envueltos la mayoría de niños y jóvenes que deciden ingresar al negocio del narcotráfico o simplemente delinquir como forma de vida, es por esto que aun cuando el gobierno hiciera bien su parte, si nosotros no hacemos bien la nuestra, no existirán suficientes cárceles para resolver el problema.