La semana pasada una noticia recorrió casi todas las portadas y secciones de análisis de los periódicos nacionales: los cambios en el gabinete presidencial.
Para nadie ha sido una sorpresa, pues es consenso popular que el gobierno federal necesita cambiar su dirección y sus formas. Los niveles de aprobación sobre el presidente y el rumbo del país son bajos, la economía está estancada y se anuncia recesión, la sensación de ineficiencia se desbordó con la fuga del chapo y hay heridas y ofensas que no se han podido cerrar, como Ayotzinapa o la Casa Blanca.
Los cambios anunciados por Peña Nieto siguen la misma lógica que casi todas las decisiones de la clase política mexicana: más que aceptar errores y corregir dirección, lo que buscan es reforzar el poder.
Como dijo Katia D’Artigues en su columna de El Universal, los cambios de gabinete realizados por EPN más bien son como el juego de las sillas. En este juego una élite de políticos profesionales dan vueltas a un puñado de sillas predispuestas que tienen propiedades casi mágicas cuando encuentras asiento: presupuesto, áreas de influencia y -sobre todo-, sapiencia.
Y es que el político profesional es un camaleón que puede hacerse cargo de cualquier área significativa para el desarrollo de un país, estado o un municipio, como Jose Antonio Meade, que desde el 2011 ya ha ocupado 4 Secretarías de Estado diferentes: Energía, Hacienda, Relaciones Exteriores y Sedesol.
Meade es una pieza transexenal y no tiene problemas en dirigir tareas en gobiernos panistas y priistas. El mismo caso es Rafael Pacchiano, una cuota de Partido Verde que ocupará la titularidad de la SEMARNAT. Y ni qué decir de Rosario Robles, ex militante y funcionaria perredista que se encargó durante el primer tramo de gobierno de EPN de manejar el tejido político y operativo de los programas sociales, y ahora, tendrá la responsabilidad de dirigir las tareas de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.
¿Tan grande es el consenso del proyecto político ahora en los Pinos? ¿Tan profesionales son los cuadros burocráticos que no importa quien tenga el liderazgo de una secretaría?
El reajuste en el gobierno federal es como las reformas que se hacen al sistema electoral después de cada elección: parten de diagnósticos muy limitados y terminan por profundizar las causas del desastre.
Afuera del palacio hay epidemias, desapariciones forzadas, miedo y violencia, economías devastadas, proyectos y sueños frustrados… Si lo traducimos en cifras esto se refleja en un aumento de la pobreza, estancamiento del crecimiento económico, la devaluación del peso, la disminución de la esperanza y calidad de vida, desempleo y crisis ambientales.
¿Cómo ayudará el juego de las sillas a cambiar esta situación?