Trascribo el mensaje con que cerré mi participación en un grupo de Facebook (UCOL 2040), avergonzado por el estilo y la indigna conducta de uno de sus miembros: Gustavo Ceballos Llerenas, coordinador de Proyectos Especiales de la Universidad de Colima; ignorante tan profundo como inculto y vulgar –su desconocimiento de la historia, de la literatura y de la lengua raya en lo cómico- y, sobre todo, lacayo de los poderes fácticos.
Individuos de esta calaña deshonran a la Universidad y avergüenzan a quienes pensamos que cabe un modo nuevo de trenzar las relaciones sociales, basado en el respeto a la diversidad de opiniones, la crítica inteligente y amable y la predisposición a cambiar unas estructuras que encorsetan el ejercicio de la libertad. He ahí el texto:
Cordial despedida
Por medio de estas líneas anuncio mi intención de darme de baja en este grupo, movido por el deseo de evitar coincidir con Gustavo Ceballos Llerenas, una persona que ignora lo que significa el respeto al otro y que se deja arrebatar por tópicos insulsos (su obsesión y su odio a lo español raya en la extrema estupidez, por trasnochados), por una palabrería cantinflesca y por continuas alucinaciones sobre supuestos intereses mezquinos e inconfesables (él escribe, por ignorancia, inconfesos) que, al parecer, yo represento.
Quien proclama en público la importancia de “procesar las diferencias internas” en la universidad por la vía del diálogo cede enseguida a la práctica bien asimilada y aplicada con sumo provecho del aplastamiento. Por eso los silencios acobardados y por eso la desmoralización de tantos docentes que prefieren inhibirse para no arruinar su futuro profesional.
Para que la discrepancia de pareceres sea enriquecedora se requiere un perfil académico e intelectual de que carece el ex candidato a la rectoría. ¿O es que desconocen ustedes la producción científica y el curriculum del Sr. Ceballos? Un universitario –y, con mayor motivo uno que aspiró a la rectoría de una universidad- debería ser capaz de escribir sobre su área de conocimiento –la veterinaria, en este caso-, impartir alguna clase en el aula, dar conferencias, haber publicado libros, capítulos en libros, artículos en revistas especializadas…
Si alguien se toma la molestia de investigar mínimamente la producción de ese señor, se llevará las manos a la cabeza. No hay en su fecunda actividad científica nada de eso: todo su quehacer universitario ha sido apacentarse de viento. Ni siquiera mantiene una consulta veterinaria ni ha ejercido jamás un empleo productivo: ni como académico, ni como profesionista libre.
En efecto, gracias a un cuidadoso rastreo de páginas web y de redes sociales dispongo de suficientes evidencias como para ponderar la falta de sustancia y de intelecto y la sobra de capacidad de insidias de una persona que ha recurrido incluso al anonimato para atacar a otros -a mí mismo- con falsos nombres y desde falsas direcciones de correo.
Y, sin embargo, tuvo la osadía de aspirar a regir la máxima casa de estudios de Colima y de darme lecciones de historia y de amor a México -donde nació mi primogénito y donde están enterrados mis mejores amigos- o de despotricar contra una institución como la monarquía, cuya defensa he asumido -¡sin ser monárquico!- simplemente para deshacer algunos de los errores que ha vertido en sus disparatados textos.
Hable Ceballos de veterinaria, ilústrenos sobre ese apasionante campo del saber y aléjese de aventuras en ciencias sociales que sólo pueden acarrearle burlas, descrédito y menosprecio. Aunque yo no tendré el gusto de leer lo que ese señor alcance a escribir más adelante, seguro estoy de que lo hará con más acierto que cuando se ha metido a historiador o a politólogo sin encomendarse a Dios ni al diablo: eso sí, enfundado en un barato y torpe sarcasmo que no logra esconder dosis de amargura y de veneno interior.
Aunque nada tema de semejante personaje, me resulta muy desagradable tener que soportar las groserías y los insultos de quien ignora lo que significa el respeto al otro. Para que el diálogo académico sea enriquecedor hacen falta un estilo y una formación de que carece esa persona, cuya trayectoria universitaria deja tanto que desear.
Por todo ello, repito, causaré baja en el grupo, después de haber mostrado al vivo las limitaciones del antiguo y fracasado candidato a la rectoría de la Universidad de Colima y actual coordinador de Proyectos Especiales y, en calidad de tal, ¡responsable de la televisión universitaria! (indiscutiblemente por su especialización y brillante experiencia en los medios audiovisuales).
Aquellas personas del grupo que deseen conservar la comunicación conmigo pueden escribirme a ferrermuma@gmail.com. Enseguida les facilitaré noticia de otro grupo de Facebook desde el que podremos mantener el contacto. A todos, gracias por su amable acogida durante estos meses y un cordialísimo saludo.