“Hemos venido en silencio marchando por algunas de nuestras calles porque las palabras parecen desgastadas”, así lo expresó José Luis Amezcua, obispo de la Diócesis de Colima durante la misa celebrada afuera de la Catedral al finalizar la Marcha por la Paz del sábado pasado.
Tras asegurar que marcharon “conscientes de no querer gritar ni agredir a nadie”, ni mucho menos acusar, el obispo hizo un llamado a la justicia. Agregó que la voz retenida en la garganta, significa el deseo de dejar de vivir en la “guerra” que existe en el mundo, en México y en Colima.
De la misma forma, invitó a “quienes han hecho de la violencia su propia razón de existir” para ser conscientes y mantener una convivencia pacífica. Añadió que desean ser “fermento de paz” pues “la iglesia perdona, no busca venganza, no busca agredir, sólo quiere paz”.
Al finalizar la homilía, Amezcua ofreció una breve rueda de prensa donde calificó de “positiva” y “hermosa” la respuesta de la gente que asistió “con ansias de trabajar por la paz”. Según el director de Tránsito y Vialidad municipal, José Ramón Valdovinos, participaron más de cinco mil personas en la marcha que inició en la glorieta del Rey Colimán y culminó en el jardín Libertad.