¿Qué y para qué enseñamos?

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Savater dice con razón que para ser hombre no basta nacer, sino aprender a serlo y esa adquisición se da por medio de la educación. Al ser parte de la historia en constante dinamismo y confrontación dialéctica, la educación no escapa de una intencionalidad, no es neutra, “toda educación humana es deliberada y coactiva” dice el citado autor.

Vivimos en una sociedad en la que el sistema capitalista toma una nueva cara y hace de todo lo existente un valor de consumo susceptible a ser vendido, estableciendo un orden de mercancías. El neoliberalismo, como se le llama, pugna por abolir cualquier tipo de restricción que impida el “libre” comercio, poniendo al empresario más allá de las leyes del Estado y de la moral, convirtiéndose en los dueños no sólo del poder económico, sino político. Los dueños de las marcas son los que dictan ahora qué, cómo y para qué educar. Son sus valores, sus objetivos, sus métodos y su modelo de vida exitosa y feliz los que se imponen. Queda relegada la formación humana por los conocimientos técnicos para el rendimiento laboral.

Ejemplo de este cambio son la desaparición de materias con contenido humano como Historia o Civismo en el currículo de la secundaria o Filosofía y Sociología de la Educación en el plan de estudios de la licenciatura en Pedagogía.

Se crea una educación para la “meritocracia” en la cual triunfan quienes poseen características neoliberales de competitividad, agresividad, individualismo, insolidaridad y un supuesto posicionamiento apolítico y técnico. Se habla de paz y se educa para competir, siendo la competencia la raíz de cualquier guerra. Se habla de convivencia y se promueve el éxito a cualquier precio. Se habla de solidaridad y se promueve a como dé lugar la iniciativa privada.

La intromisión de la empresa privada (y la mayoría de las veces, extranjera) en la enseñanza es un fenómeno presente incluso en nuestra universidad, como podemos ver en la credencial de estudiantes que a la vez es tarjeta bancaria o la agenda oficial plagada de anuncios publicitarios. La educación dejar de ser humana para convertirse en mercancía al alcance de los que puedan pagarla. Se multiplican las escuelas técnicas mientras carreras universitarias desaparecen  porque no hay “mercado laboral”.

Este modelo educativo produce ciudadanos cínicos, escépticos, poco honestos, egoístas y materialistas. Eficientes mecánicamente hablando (y habría que constatarlo), pero carentes de inteligencia emocional, de pensamiento crítico y de compromiso social.

Somos herederos de muchos hombres y mujeres que se pusieron a pensar qué enseñar y cómo hacerlo teniendo como centro a la persona en todas sus dimensiones y el bienestar comunitario. Echarlo por la borda es afirmar que el ser humano está a merced de las cosas y de los cambios del que él mismo es autor. No hay que adiestrarnos nosotros para insertarnos en el mundo sino transformarlo.