El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto requiere, urgentemente, de fortalecer la economía interna del país. Y esto sólo se puede lograr a través del impulso de la producción nacional frente a la competencia extranjera, algo que en la doctrina económica se denomina proteccionismo.
Aunque el proteccionismo es opuesto al libre mercado, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se ha dedicado, empecinadamente, a conminar empresas como Ford, Carrier, entre otras más, para mantener sus inversiones dentro del país.
Para esto, el futuro presidente de la nación más poderosa del mundo asegura que “las empresas no se van a ir de Estados Unidos nunca más sin consecuencias”, en clara alusión a la creación de nuevas y onerosas cargas impositivas para las empresas que buscan invertir en otros países, como ha sido el caso de México: Ford y Carrier desistieron de llevar su dinero a México, generando la pérdida de una inversión de decenas de millones de pesos y la pérdida de miles de plazas laborales.
Eso es proteccionismo. Proteccionismo al estilo estadounidense, uno de los países que supuestamente son icónicos del libre mercado y el neoliberalismo. El gobierno de Peña Nieto está a tiempo para cambiar la política económica del país: implementar impuestos al estilo Trump, generar incentivos fiscales a las empresas nacionales, fortalecer la producción agroalimentaria y construir refinerías en el país, sin dejar de apuntalar la obtención de energéticos por las vías alternativas, como la energía solar, eólica y mareomotriz.
La inversión para esto se puede generar con un draconiano plan de austeridad que implique la reducción salarial al 50 por ciento de diputados, senadores, funcionarios de primer nivel y ministros de los diversos tribunales, tanto judiciales como electorales; asimismo, se generaría un gran ahorro si se eliminaran todas las canonjías y privilegios de la clase política, como vales de gasolina y bonos adicionales a sus salarios.
Los grandes doctores de economía deben dejar las abstrusas teorías macroeconómicas –algunas entelequias totales– y focalizar sus esfuerzos en que los bolsillos de los mexicanos tengan dinero. Se ve mucho afuera, hacia el Fondo Monetario Internacional, pero se descuida la economía de las familias mexicanas.
Dos puntos
Reiterativo, cansado, con semblante mustio y una imagen desprestigiada y anodina, sin credibilidad social: así se vio ayer el presidente Enrique Peña Nieto al presentar el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía, medida compensatoria que impulsa el gobierno de la república para atenuar los efectos inflacionarios del alza a la gasolina. ¿Qué le pasa al presidente?