Cuando llueve, sale la corrupción a la calle

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Hablando de urbanismo y política, la antropóloga Rossana Reguillo recuerda una frase: «cuando llueve, sale la corrupción a la calle».

No podría haber mejor combinación de palabras para Colima, un estado que alberga ciudades cada vez más complejas y caóticas, donde cada que llega un temporal, la corrupción se destapa en las calles.

A cada lluvia intensa se inundan vialidades principales y calles secundarias. Las ciudades colimotas se convierten en un paisaje de ínsulas y lagos que nos muestran obras públicas ineficientes y de mala calidad, que no con poca razón nos tienen que hacer dudar de su verdadero objetivo.

Somos un Estado relativamente pequeño donde el rumor se instala rápidamente, y sobran historias de obras públicas pagadas al triple de su costo real, elección de los peores materiales, negocios entre funcionarios y empresas constructoras, e incluso, funcionarios que abren sus propias constructoras cuando están en el gobierno.

Una parte importante del déficit financiero del gobierno estatal tiene que ver con esto: la dudosa aplicación de los millones de pesos para reconstrucción por el huracán Jova; el beneficio constante a empresas y constructoras relacionadas con funcionarios como el caso de Árdica y Rafael Gutiérrez, Jesús Orozco y Ramón Neme; el extraño gasto constante en neumáticos y reparaciones vehiculares en las empresas familiares del director de Protección Civil; pagos exorbitantes de encuestas de satisfacción de servicios hasta por 300 mil pesos.

Ejemplos sobran al salir a las calles, que cuando llueve, se inundan de corrupción. Ahí está el Tercer Anillo, que se hunde y empantana cuando justo acaba de ser modernizado con más de 900 millones de pesos (y ni hablar de los atropellamientos, choques y la imposibilidad de ser peatón en esa moderna vialidad).

Ahí está la glorieta de los perritos sin semáforos y también con la corrupción hasta el tope. Ahí está la remodelación del centro histórico de la Villa, que costó más de 40 millones de pesos y ahora se le desprende el piso.

La lista puede ser larguísima, falta el helicóptero de Protección Civil, la compra de vehículos, las adjudicaciones directas de obra y compra no fundamentadas, la renta de inmuebles, inventos de proyectos como la escuela de gobierno (la cual dirigió Zurrosa), la remodelación de la Piedra Lisa, la construcción del parque de la cumbre (un sinsentido frente al proyecto del parque de la campana)…

¿Y la oposición política? Su función no es solamente competir en elecciones, sino fiscalizar, vigilar y promover sanciones. Parece que no tienen la capacidad, o no les interesa.