La sociedad colimense poco a poco se encuentra viviendo un entorno donde la violencia se va normalizando, en las conversaciones con amigos y familiares no es extraño que se escuchen noticias sobre personas encajueladas, cuerpos desmembrados, información que no sale en los espacio informativos, dichas imágenes parecieran ser escritas por algún guionista de series televisivas sobre la vida y hazañas de algún personaje de la delincuencia organizada, ante este panorama la Iglesia Católica en unión con otras organizaciones religiosas decidieron marchar por la vida y a favor del matrimonio heterosexual.
Lo cuestionable no es que hayan salido a las calles para inconformarse por las decisiones que tarde o temprano el Poder Legislativo colimense tendrá que legislar en un marco de laicidad, sino porque a pesar de cambiar su discurso, la raíz sigue siendo la misma el avance de los derechos humanos de las mujeres y la comunidad lésbico gay colimense.
A lo largo de la historia la retórica de odio de la jerarquía católica hacia los homosexuales tarde o temprano ha tenido sus chivos expiatorios como el incremento de crímenes de odio en México.
Su patología de rechazo en contra de este grupo social a lo largo de los años es evidente, en nuestro paraíso terrenal cuando en 2003 el entonces obispo de Colima, Gilberto Valbuena declaraba: las demandas de los homosexuales no son derechos humanos fundamentales, porque van contra la propia naturaleza del hombre durante una entrevista al noticiero radiofónico Ángel Guardián de la XERL, con relación a la plataforma política de México Posible.
Así como también la famosa declaración nos reservamos el derecho de admisión en el cielo cuando al Semanario Avanzada externaba en entrevista a la reportera Heidi León Gutiérrez los homosexuales no entran al reino de Dios en 2004, solo contribuyeron a seguir fomentando entre su feligresía la discriminación, el odio y la violencia en entidad.
Los tiempos van cambiando y los líderes religiosos han evolucionado cambiando su discurso, tratando de ser incluyentes y no discriminando a los homosexuales y a las mujeres, pero se niegan al avance de sus derechos humanos, para que el estado cree políticas públicas acordes a la realidad que viven los diversos modelos de familias en Colima.
Las declaraciones de los diputados Luis Ladino de la fracción del PAN y Federico Lozano del PRI en que acataran la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el tema del matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo sigue siendo una moneda al aire, con su actuar se comprobará si verdaderamente tenemos un Poder Legislativo con poder decisión en los temas actuales dejando de ser de lado percepciones religiosas, entonces dejaremos de tener una democracia representativa pasando a una democracia real donde se antepongan en primer lugar los derechos humanos de las personas a la hora de legislar.
La suma de nosotros
Las mujeres en el Colima y en México no tendrían que recurrir a la interrupción del embarazo si sus líderes religiosos no se opusieran al uso de los métodos anticonceptivos y al ejercicio de una vida sexual con el pleno conocimiento para la promoción de actitudes asertivas en el cuidado de la salud sexual.
Las mujeres y hombres católicos desean construir diariamente con alegría el Evangelio, se respete su autonomía moral para tomar decisiones en todas las esferas de la vida, incluyendo la sexual y reproductiva.
La feligresía católica necesitan una Iglesia que camine al lado de las mujeres y los hombres jóvenes que han sido señalados por vivir su sexualidad, por decidir interrumpir su embarazo y por decir lo que piensan.
Las mujeres y hombres católicos necesitan que se considere el uso del condón como signo de amor propio, a sus parejas y a la humanidad.
La feligresía católica necesita se respete a las mujeres y los hombres jóvenes que deciden utilizar métodos anticonceptivos, como símbolo de una sexualidad segura y protegida.
Hoy hombres y mujeres desean que su iglesia trabaje por una sociedad que disminuya los sentimientos de culpa en el ejercicio de su sexualidad, y no promueva el rechazo por pensar diferente y no cumplir con los modelos establecidos desde la jerarquía eclesial.
Ante la crisis de derechos humanos que vive el país, que está a punto de convertirse en totalitario como lo acaba de expresar el escritor Fernando del Paso al recibir el Premio Miguel de Cervantes, se necesita una iglesia católica que respete los derechos humanos de todas las personas sin hacer excepciones por edad, el sexo, la orientación sexual, vivir con VIH/SIDA, la nacionalidad o clase social.
La feligresía católica necesita se trabaje en la deconstrucción de modelos asignados socialmente para mujeres y hombres, porque no desean que iglesia nos continúen brindando enseñanzas donde el silencio, la sumisión y la obediencia sean el modelo a seguir.
Deseamos una Iglesia renovada a la luz del nuevo Siglo XXI, a la luz de los tiempos de las juventudes y se reconozca la diversidad de las familias mexicanas.
Las mujeres y hombres católicos deseamos se nos anime a vivir en el marco de la justicia, el bien común, el respeto y la libertad.
Como lo expresará el Papá Francisco en Brasil Que me perdonen los obispos y los curas pero la iglesia tiene que cambiar por lo que deseamos una Iglesia de puertas abiertas a la diversidad de las y los jóvenes, que recupere lo mejor de la doctrina católica y reconozca el papel que tiene nuestra libertad de conciencia en la toma decisiones sobre sexualidad y reproducción.
Marco Antonio Pérez Gaspar/NotiCASS